1 de agosto de 2024

Hugo Sánchez

Hacíamos escala en Miami y si no recuerdo mal, fue en ese aeropuerto. Era por la tarde, justo cuando las naves del aeropuerto se desaturaban de sus colores solares y se les escapaba luz antes de que encendieran los focos. Mi madre me vino, misteriosa, y me señaló con un dedo a un señor con una chaqueta de cuero, mayor pero no un abuelo. Miré a mi madre.

―Ese es un jugador del Madrid. Uno muy famoso ―dijo en un susurro.

Desvié la mirada y miré al señor. ¿Qué sabía mi madre de fútbol? No había visto a ese jugador en mi vida.

―Ve y pregúntale.

Y acto seguido me dio la vuelta y me empezó a empujar un poco. Volví con un folleto morado que brillaba con el reflejo de focos recién encendidos donde Hugo Sánchez aparecía de blanco corriendo por debajo de un autógrafo enorme. Mi madre tenía razón. Le extendí el folleto.

―¡Eso es, Hugo Sánchez, muy muy bueno! Ya se lo contarás a tu padre –dijo.

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