Todavía no te lo he contado pero hace algunos años
empecé a coleccionar fotos carné abandonadas o acumuladas. Las acumuladas son
esas de familia que te llegan como pequeñas reliquias que aún no lo son,
medallas que te dicen quién es esa persona que aparece en la foto en ese
momento de sus vidas. Las abandonadas suelo encontrarlas en la calle o en el
metro. Lleva algo de tiempo encontrarse alguna. La mayoría, me atrevería a
asegurar, proceden de carteras de mujeres de mediana edad, mujeres que tienen
hijos o sobrinos o vástagos preciosos de amigas suyas. Otras tantas provienen
del proceso de hacer algún documento oficial. En las tiendas de fotografía
siempre te ofrecen una cantidad, tal vez 6 ó 4 fotografías tamaño carné, porque
no compensa imprimir sólo una, debido a su tamaño. En el futuro, debido al proceso
digital, es posible que se acaben estas impresiones. El otro día, a unos metros
de distancia, vi una en el suelo que justo fue adelantada por tres chicas que
la encontraron sorprendidas y rieron. Finalmente una decidió colocarla donde los
tornos de acceso al Metro para que no ocupara ese lugar degradante donde las
pisadas hacen sus caminos. Avergonzado ni intenté recogerla. Siempre existe el
riesgo de que alguien vea tu gesto de coleccionista y piense cosas extrañas, y
con extrañas me refiero exactamente al significado de la palabra extraño.
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